lunes, 13 de enero de 2014

Acantilados de Bunda, El Fin del Mundo


En el sur de Australia se encuentra el vasto y monótono paisaje de Nullarbor Plain, la llanura más grande del mundo formada de una sola pieza de piedra caliza, con una superficie de 270.000 kilómetros cuadrados y una longitud de casi mil kilómetros. Esta llanura termina abruptamente en los espectaculares acantilados de Bunda, un abrupto litoral de más de 200 kilómetros.


Los acantilados se levantan a una altura que varía entre los 60 y los 120 metros. A escasa distancia corre paralela la Eyre Highway, la gran autopista que conecta el este y el oeste de la isla-continente. La autopista lleva el nombre de Edward John Eyre, quien junto a John Baxter y tres aborígenes, partió de Fowlers Bay en febrero de 1841 un intento de llegar a Albany, en Australia Occidental a través de la llanura de Nullarbor, un viaje lleno de peripecias que ha pasado a la historia de la exploración del país.


El terreno es tan llano que la autopista traza una línea recta perfecta durante cientos de kilómetros. En la superficie de la llanura hay algunas depresiones donde las escasas lluvias han logrado disolver la piedra caliza y formar cuevas subterráneas.


A lo largo de Bunda Cliffs (los acantilados de Bunda) se alinean cinco grandes miradores sobre el mar. Desde la autopista basta con tomar los desvíos señalizados y seguir los caminos de tierra hasta ellos. El mirador occidental es el más popular porque los visitantes pueden caminar sobre un pedazo de roca que sobresale del acantilado, a modo de voladizo, ofreciendo un punto de mira privilegiado.


En el extremo oriental de Bunda hay un mirador donde los visitantes pueden permanecer horas contemplando la Ballena Franca Austral que migra desde las aguas antárticas en otoño y dan a luz a crías en el agua cerca de la costa en la costa sur de Australia.




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